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Reseña de "La vida negociable", de Luis Landero

"Del colegio, lo que recuerdo en este momento con más fuerza es a un profesor que nos daba clases de matemáticas. Se llamaba Juan de Dios y tenía mucha carne en la cara. Parecía ciego. Y ese profesor nos calificaba con unas piedrecitas de río que conseguía en su aldea natal, y que eran imposibles de falsificar. Cada vez que preguntaba la lección, si el alumno la sabía le daba una piedrecita o dos, y si no se las quitaba de las que ya tenía, de modo que quien al final de curso tuviera cinco o más piedrecitas, aprobaba, y si no suspendía".

Cuando se cumplen tres décadas de su ópera prima, la imprescindible "Juegos de la edad tardía", plagada de homenajes a "Don Quijote de la Mancha", Luis Landero (Albuquerque, Badajoz, 1948) retoma el tono cervantino y actualiza la novela picaresca en su nuevo trabajo, con elementos que recuerdan a los clásicos de este género que tan bien ha retratado España.

Tusquets publica "La vida negociable" en edición en tapa blanda, de 336 de páginas, que sale a la venta al precio de 18,05 €. También está disponible para descargar en versión digital para Kindle por 9,49€.

Sinopsis de "La vida negociable", embaucador desde niño
El peluquero Hugo Bayo rememora su vida, desde su infancia en un barrio madrileño, en el seno de una familia de clase media-baja. Cuando se entera de que su madre tiene un secreto, pues mantiene una relación con un amante, a espaldas de su progenitor, decide chantajearla. También a su padre, cuando descubre que parte de sus ingresos proceden de dudosos chanchullos. Cuando logra sacarles dinero, deja los estudios.

Ya de joven, ingresa como voluntario en el servicio militar, donde aprenderá el arte de la peluquería. Cuando se licencia tratará de medrar como estilista en su ciudad natal...

Reseña de "La vida negociable", el barbero diabólico
Da gusto leer la nueva obra de un escritor que nunca defrauda. Supone su regreso a la ficción, tras el paréntesis de la irrepetible "El balcón en invierno", reconstrucción de los primeros años de vida en su pueblo del autor. Narrada con una prodigiosa utilización de la primera persona, al estilo de "Lázaro de Tormes", novela con la que tiene en común el cinismo del personaje central, "La vida negociable" sigue los pasos de Hugo Bayo hasta la cuarentena,

Resulta complicado que éste llegue a caer bien, pero este milagro acontece a ratos, pues está descrito con tal tridimensionalidad que el lector se identificará en mayor o menor medida con su humanidad. Por ejemplo en su convencimiento de que en realidad esconde algún talento excepcional, lo que le sirve para consolarse cada vez que fracasa, cuando las circunstancias parecen indicar que en el  fondo se trata de un hombre mediocre. Acaba siendo más patético que otros protagonistas de anteriores libros de Luis Landero, de vidas grises, quizás, pero con mayor dignidad.

Como es habitual en la bibliografía del extremeño, el mundo se presenta como un lugar árido, del que sus personajes tienden a escapar, a través de la ficción. Pero esta vez, la artimaña de poco sirve, las mentiras enseguida se desmoronan. A pesar del aluvión de risas, estamos ante la obra más austera de su autor, que ha dejado poco espacio para la esperanza, como reflejo del desencanto sufrido por el país, ante la corrupción política. Toda la novela se perfila como una crítica del carácter español que ha derivado en la proliferación de escándalos que asoman a diario en las páginas de los periódicos. La forma de pensar del padre del protagonista, un administrador de fincas que parece dictar sentencia cuando da sus explicaciones, resume muy bien lo ocurrido en España. Se justifica alegando que si él no se aprovecha de la situación, otra persona lo hará. No defrauda el tratamiento de la relación paterno-filial, una de las constantes en su obra.

Mezcla de géneros, se pasa del humor al drama e incluso al misterio con asombrosa facilidad. Repleto de momentos excepcionales -atención a la seducción de la esposa del coronel-, de nuevo brillan los secundarios que tan bien construye Landero, entre otros el brigada Ferrer, instructor en el manejo de las tijeras y representante de la sabiduría popular.
 

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"El balcón en invierno", de Luis Landero

Uno de los platos fuertes de la literatura española de la temporada, pues firma "El balcón en invierno" Luis Landero (Albuquerque, Badajoz, 1948), sencillamente uno de los grandes del panorama patrio actual. Distinguido con el Premio de la Crítica y el Nacional de Literatura por su ilustre opera prima, "Juegos de la edad tardía", de 1989, el escritor ha mantenido un alto nivel desde entonces, si bien no siempre ha contado con el beneplácito de la crítica.

Landero llevaba sólo dos años sin publicar, desde "Absolución", excelente novela sobre la dificultad para alcanzar la felicidad.

(Edita su nuevo trabajo Tusquets. El libro de 245 páginas, con tapa blanda, sale a la venta al precio de 17 euros, 12,34 euros en edición digital).

Sinopsis de "El balcón en invierno", sentidas notas autobiográficas

Al principio del libro, Luis Landero se autodeclara hastiado de escribir ficción, curiosamente casi al mismo tiempo que otro autor español, Juan José Millás (con el que estilísticamente tiene muy poco o casi nada que ver), que también hizo la misma jugada en "La mujer loca", su último trabajo (¿una tendencia que marca el desencanto con la novela?). Ambos parecen seguir la estela de Paul Auster, y en concreto Landero se lanza al camino autobiográfico del estadounidense, sobre todo en títulos recientes, como "Diario de invierno" e "Informe del interior", hasta el punto de que llega a usar en algunos pasajes la segunda persona que tan bien maneja este autor.

"El balcón en invierno" comienza con el intento abortado de escribir una novela sobre un jubilado que pasea con un revólver (la trama que él mismo define como insincera al estar escrita "con oficio más que con devoción" resulta bastante prometedora hasta el punto de que deja con las ganas de más). Al autor no acaba de convencerle, por lo que decide realizar un recorrido autobiográfico por significativos pasajes de su vida, tras una salida al balcón que le recuerda otra similar junto a su madre, tras la muerte de su progenitor, en 1964. Landero se detendrá en sus primeros trabajos como chico para todo de una tienda de ultramarinos y aprendiz de mecánico, en el primer libro que tuvo, su reconversión en poeta, en su carrera en el mundo de la farándula, etc.

Crítica de "El balcón en invierno", entre lo real y lo imaginado

Para empezar, estas memorias de Landero tienen un gran valor para los apasionados de sus escritos, pues saca a la luz las claves que dieron lugar a sus mayores hallazgos, tal y como sucedía con "Vivir para contarla", donde Gabriel García Márquez, explicaba minuciosamente el noviazgo de sus progenitores que inspiró su magistral "El amor en los tiempos del cólera".

Así, el extremeño explica la relación con su primo, Paco, un tipo imaginativo y optimista que le contagió su pasión por evadirse de la realidad y le abrió las puertas de un futuro creativo. De su mano, dejó un trabajo seguro como oficinista para convertirse en guitarrista flamenco. Los lectores reconocerán fácilmente la relación de Landero con esta persona como la simiente de "Juegos de la edad tardía" y "El guitarrista", sus mejores trabajos. Otros puntos, como su origen labriego le dieron mucho juego en "Entre líneas".

Y es que "El balcón en invierno" versa sobre todo de las relaciones entre fantasía y realidad, tema central de la bibliografía del autor, y que aquí alcanza la genialidad en pasajes como el baile del autor con Sofia Loren. También tienen en esta ocasión enorme importancia otros asuntos, como la nostalgia, la desaparición de la vida rural, el inevitable paso del tiempo y la trascendencia de las relaciones familiares, pues la vida de Landero está muy marcada por su progenitor, prematuramente fallecido. 

Como es habitual, el antiguo profesor de instituto, ya jubilado hace gala de un estilo literario tan evocador como impactante. Y por supuesto, no faltan las notas de humor con las que compensa los pasajes más dramáticos.