"El balcón en invierno", de Luis Landero

Uno de los platos fuertes de la literatura española de la temporada, pues firma "El balcón en invierno" Luis Landero (Albuquerque, Badajoz, 1948), sencillamente uno de los grandes del panorama patrio actual. Distinguido con el Premio de la Crítica y el Nacional de Literatura por su ilustre opera prima, "Juegos de la edad tardía", de 1989, el escritor ha mantenido un alto nivel desde entonces, si bien no siempre ha contado con el beneplácito de la crítica.

Landero llevaba sólo dos años sin publicar, desde "Absolución", excelente novela sobre la dificultad para alcanzar la felicidad.

(Edita su nuevo trabajo Tusquets. El libro de 245 páginas, con tapa blanda, sale a la venta al precio de 17 euros, 12,34 euros en edición digital).

Sinopsis de "El balcón en invierno", sentidas notas autobiográficas

Al principio del libro, Luis Landero se autodeclara hastiado de escribir ficción, curiosamente casi al mismo tiempo que otro autor español, Juan José Millás (con el que estilísticamente tiene muy poco o casi nada que ver), que también hizo la misma jugada en "La mujer loca", su último trabajo (¿una tendencia que marca el desencanto con la novela?). Ambos parecen seguir la estela de Paul Auster, y en concreto Landero se lanza al camino autobiográfico del estadounidense, sobre todo en títulos recientes, como "Diario de invierno" e "Informe del interior", hasta el punto de que llega a usar en algunos pasajes la segunda persona que tan bien maneja este autor.

"El balcón en invierno" comienza con el intento abortado de escribir una novela sobre un jubilado que pasea con un revólver (la trama que él mismo define como insincera al estar escrita "con oficio más que con devoción" resulta bastante prometedora hasta el punto de que deja con las ganas de más). Al autor no acaba de convencerle, por lo que decide realizar un recorrido autobiográfico por significativos pasajes de su vida, tras una salida al balcón que le recuerda otra similar junto a su madre, tras la muerte de su progenitor, en 1964. Landero se detendrá en sus primeros trabajos como chico para todo de una tienda de ultramarinos y aprendiz de mecánico, en el primer libro que tuvo, su reconversión en poeta, en su carrera en el mundo de la farándula, etc.

Crítica de "El balcón en invierno", entre lo real y lo imaginado

Para empezar, estas memorias de Landero tienen un gran valor para los apasionados de sus escritos, pues saca a la luz las claves que dieron lugar a sus mayores hallazgos, tal y como sucedía con "Vivir para contarla", donde Gabriel García Márquez, explicaba minuciosamente el noviazgo de sus progenitores que inspiró su magistral "El amor en los tiempos del cólera".

Así, el extremeño explica la relación con su primo, Paco, un tipo imaginativo y optimista que le contagió su pasión por evadirse de la realidad y le abrió las puertas de un futuro creativo. De su mano, dejó un trabajo seguro como oficinista para convertirse en guitarrista flamenco. Los lectores reconocerán fácilmente la relación de Landero con esta persona como la simiente de "Juegos de la edad tardía" y "El guitarrista", sus mejores trabajos. Otros puntos, como su origen labriego le dieron mucho juego en "Entre líneas".

Y es que "El balcón en invierno" versa sobre todo de las relaciones entre fantasía y realidad, tema central de la bibliografía del autor, y que aquí alcanza la genialidad en pasajes como el baile del autor con Sofia Loren. También tienen en esta ocasión enorme importancia otros asuntos, como la nostalgia, la desaparición de la vida rural, el inevitable paso del tiempo y la trascendencia de las relaciones familiares, pues la vida de Landero está muy marcada por su progenitor, prematuramente fallecido. 

Como es habitual, el antiguo profesor de instituto, ya jubilado hace gala de un estilo literario tan evocador como impactante. Y por supuesto, no faltan las notas de humor con las que compensa los pasajes más dramáticos.

2 comentarios:

  1. El balcón en invierno vuelve a confirmar la calidad extraordinaria de su autor, esta vez en su vertiente más lírica. Me parece una obra maestra, un libro lleno de finura y belleza, con una prosa atrapadora por su calidez, ritmo y melancolía. El personaje del profesor de la academia madrileña es portentoso, y digo personaje por su entidad literaria por más que responda a una persona de carne y hueso, como diría Unamuno. estoy deseando volverlo a leer por tercera vez y disfrutar de esta prosa atrapadora por su poética.

    ResponderEliminar
  2. Ya me han dado ganas de leer este libro en mi hogar un sábado por la tarde. Lo voy a comprar.

    ResponderEliminar