Crítica de "Informe del interior", de Paul Auster


Desde hace varios años, Paul Auster parece obsesionado con entregar un libro al año, pero sin que le importe demasiado el contenido del mismo. Se diría que desde "Brooklyn Folies", del ya lejano 2005, el Premio Príncipe de Asturias ni siquiera intenta abordar una novela de peso, sino que se limita a los trabajos asumidamente menores. Que levanten la mano aquellos que desde ese año, no mezclen los títulos y los argumentos, pues se trata de libros que dejan poco poso.
Lo mismo ocurre con "Informe del interior", que continúa la línea autobiográfica de "La invención de la soledad", "A salto de mata" y "Diario de invierno", el inmediatamente anterior.
"Informe del interior" ha sido publicado por Anagrama, en edición de 330 páginas en tapa blanda. Sale a la venta al precio de 18,90 €.
Crítica de "Informe del interior", infancia y juventud de Paul Auster
Aunque a priori, "Informe del interior" parece una continuación fácil de "Diario de invierno", el escritor atrapa como es habitual con su técnica a prueba de bombas, haciendo gala como en aquél de una utilización modélica y muy sugerente de la segunda persona, una de las más difíciles de utilizar.
También es justo reconocer que a medida que el lector se interna en el libro, quedará seducido por su modélico tratamiento de temas, muchos de ellos no excesivamente presentes en la obra anterior del autor.
"Informe del interior" consta de tres partes, además de un apéndice de imágenes titulado 'Álbum'. La primera, que se llama igual que el libro, posiblemente es la mejor, en torno a la infancia de Paul Auster, hasta los 12 años. Repasa entre otros asuntos las primeras películas y libros que le dejaron huella, el descubrimiento de sus orígenes judíos, su primera separación larga de sus padres para acudir a un campamento de verano, su baile con una atractiva compañera, etc. 
Lleno de anécdotas de interés –especialmente la que narra al final–, el autor aborda con enorme valentía a la hora de autoexponerse, las vivencias de infancia que han permanecido en su memoria, y las que en mayor o menor medida han podido influir en su personalidad y en su carrera literaria. En la medida en la que todo lo que cuenta es fácil de extrapolar a las propias experiencias del lector, llega a resultar bastante nostálgico e intenso.
Películas y cartas
"Dos golpes en la cabeza" tiene un interés menor. Como acostumbra a hacer en al menos una ocasión en cada una de sus últimas obras, Auster filtra desde su punto de vista el argumento de dos películas, que en este caso han sido especialmente significativas en su vida: El increíble hombre menguante y Soy un fugitivo. En algunos pasajes, consigue expresar lo que sintió cuando vio por primera vez algunas de sus imágenes, pero por lo general, para quiénes conozcan los films, resulta un ejercicio un tanto tedioso.
Por suerte, Auster recupera la forma en "La cápsula del tiempo", donde cuenta que su ex esposa, Lydia Davis, le entregó fotocopias de las cartas que él le enviaba en su juventud. Resultan hacer las veces del diario que Auster nunca escribió en esa época, y que echaba de menos como retrato de cómo era entonces, muy distinto en forma de ser a la actualidad. El lector también se sentirá identificado con sus interrogantes acerca del futuro, su enamoramiento juvenil, etc.

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