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Reseña de "Klara y el sol", de Kazuo Ishiguro

“Cuando Rosa y yo éramos nuevas, nos colocaron en la parte central de la tienda, en el lado de la mesa de las revistas, y eso nos permitía tener vistas a través de algo más de la mitad del escaparate. De modo que veíamos el exterior: los empleados de las oficinas siempre con prisas, los taxis, los corredores, los turistas, Mendigo y su perro, la parte inferior del Edificio RPO. Cuando ya llevábamos cierto tiempo en la tienda, Gerente nos permitía acercarnos a la parte delantera, justo detrás del escaparate, y desde allí podíamos ver lo alto que era el Edificio RPO. Y si estábamos allí en el momento adecuado, podíamos ver cómo se desplazaba el Sol desde los tejados de los edificios de nuestro lado de la calle hacia la acera del Edificio RPO".

Puesto que tarda un mínimo de cinco años en lanzar cada una de sus novelas, Kazuo Ishiguro no había publicado desde que le concedieron el Nobel en 2017. Su último trabajo hasta la fecha había sido "El gigante enterrado", de 2015, impactante volumen en torno a una pareja de ancianos que busca a su hijo en la Inglaterra de la Edad Media. Como cabe suponer, había levantado una enorme expectación. Al fin, está de vuelta a las librerías, con un tomo con el que regresa a la ciencia ficción, género en el que se adentró con "Nunca me abandones", uno de sus mejores trabajos.

Sin embargo, "Klara y el sol" nació como un cuento infantil. "Este texto pertenece a la ciencia ficción, pero viene de las historias para niños pequeños", explica el escritor británico de origen japonés. "Me gustan los cuentos infantiles, porque siempre hay en ellos un poso de oscuridad y tristeza del mundo que les espera. Es como si los adultos les dijéramos, el mundo es fantástico, pero no queremos mentiros: en el bosque hay puntos oscuros. Klara es una de esas criaturas de la oscuridad".

Aduce que le inquietan los desafíos que plantean las nuevas tecnologías. "La inteligencia artificial va a eliminar los empleos a la mayoría, incluso a la élite intelectual y académica", comenta Kazuo Ishiguro. "Habrá un desempleo masivo. Puede que se creen nuevos trabajos, pero hay que pensar cómo dirigir nuestras sociedades. A lo mejor tenemos que abandonar el paradigma de ganar dinero igual a alimentar. ¿Cómo va a sobrevivir la gente cuando desaparezca la idea de capitalismo y este sistema ya no funcione?".

Anagrama publica en España "Klara y el sol" (Klara and the Sun en la versión original), en edición en tapa blanda, de 384 páginas, que sale a la venta al precio de 19,85€. También está disponible en versión para descargar para Kindle, por 14,24€.

Sinopsis de "Klara y el sol", promesas infantiles

Un futuro cercano. Klara, ginoide (o sea un androide con apariencia femenina) modelo AA, espera en la tienda a cumplir con su destino, que la adquieran como acompañante de un niño. Gerente –tal y como llama a la responsable del establecimiento- la coloca en primer lugar en el centro del mismo, desde donde puede contemplar el exterior a través del escaparate, y también los movimientos del Sol, cuya luz le proporciona la energía para seguir en marcha. Le acompaña Rosa, un modelo similar, con el que mantiene conversaciones, en general sobre lo que les inquieta con respecto al futuro.

Para lograr que alguien se interese por ellas, Gerente las va cambiando de localización, e incluso las tiene algunos días en el escaparate, el mejor lugar para descubrir qué les espera fuera. Allí, se fija en Klara una adolescente de 14 años, Josie, que sufre una aguda cojera. Ésta le promete que convencerá a su madre para comprarla, ya que siente que están destinadas a estar juntas. Como Gerente le comentará después, no conviene fiarse de las promesas fugaces de los clientes infantiles, pero existen posibilidades de que regrese.

Crítica de "Klara y el sol", reflexiones sobre la humanidad

El relato está cocinado a fuego lento –como es habitual en la obra de Kazuo Ishiguro–, pero poniendo en juego poco a poco los suficientes elementos como para mantener ilusionado al lector. Escrito con una prosa  fascinante, el libro se gana al lector sobre todo por mostrar el mundo a través de los ojos de Klara, genial invención, pues se trata de un personaje inteligente, llena de curiosidad, pero con la ingenuidad de quien no conoce todavía el mundo. Resulta fascinante que sea especialmente sensible a la melancolía, pudiendo detectar con facilidad el sufrimiento de las personas incluso cuando aparentemente demuestran alegría. Está rodeada de personajes pintados con menos trazos, pero llenos de humanidad, como Josie, Rosa, etc.

Se diría que el autor se ha inspirado en las fábulas de los hermanos Grimm, y en particular en "Pinocho", el clásico de Carlo Collodi –también sobre un niño no-humano que descubre los peligros–, pues por un lado invita a soñar y habla de temas positivos como la amistad, pero por otro advierte del lado oscuro del mundo. De hecho, pinta un futuro sombrío, marcado por la polución, el paro y sobre todo la soledad, que afecta sobre todo a los niños, ya que no estudian en escuelas, sino en casa. Existe un enorme abismo entre ricos y pobres que no se pueden permitir comprar a sus hijos una máquina tan sofisticada como Klara.

Reflexiona también sobre qué nos hace humanos, en un mundo donde empieza a desarrollarse la inteligencia artificial, de momento con dispositivos limitados, como Siri y Alexa, pero que tendrá un papel cada vez más preponderante en el futuro. No ha elegido Ishiguro el camino más transitado por autores de ciencia ficción como Peter Thiels, o Philip K. Dick, que han narrado la rebelión de las máquinas. Aquí transmite el sufrimiento de quienes no piensan en subvertir el orden, así que sirven sacrificando sus propios sentimientos, lo que conecta con el recordado mayordomo de "Los restos del día", su novela más memorable. A los lectores habituales de literatura en español también les traerá a la memoria "Los santos inocentes", de Miguel Delibes, por hablar de quienes lo dan todo para gente que ni repara en sus sentimientos, ni les valora como merecen.

Pero sobre todo, el literato habla sobre la obsolescencia, pues parece estar lamentándose de habitar en un mundo que ya no comprende. Al igual que la tecnología se queda en poco tiempo desfasada, al salir nuevos modelos dotados de innovaciones, el ser humano corre peligro de quedarse atrás en un mundo en constante cambio. Sin embargo, eso no significa que quienes no están al día no puedan resultar más útiles. 

Como se esperaba, Kazuo Ishiguro no pincha, sino que ofrece más de lo que se esperaba. Ha firmado una novela que se recordará entre las mejores de la temporada.