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"Demonios familiares", de Ana María Matute

La ilustre escritora Ana María Matute fallecía el 25 de junio, cuando le faltaba un mes y un día para cumplir 89 años. Dejaba sin terminar "Demonios familiares", el libro que estaba preparando. La última novela de la perfeccionista escritora se remonta a 2008 cuando publicó "Paraíso inhabitado", por lo que se trataba de la primera tras haber ganado el premio Cervantes en 2010.
Destino saca a la venta "Demonios familiares", en edición en tapa blanda, de 184 páginas, que sale a la venta al precio de 20€.
Sinopsis de "Demonios familiares", la postulante vuelve a casa
Transcurre en 1936, cuando está a punto de estallar la Guerra Civil. Eva ingresa como postulante en el convento donde ella misma ha estudiado desde niña. Obligada a salir rápidamente del mismo, acaba regresando a su casa.
Allí, se reúne con su progenitor, un viejo coronel veterano de la Guerra de África, ahora postrado en una silla de ruedas, que ha pasado su vida dominado por su madre. Cuando menos se lo espera, Eva descubrirá un secreto familiar que afectará a todo su alrededor.
Crítica de "Demonios familiares", secretos y falta de amor
Como es habitual en su bibliografía, la autora barcelonesa le saca mucha tajada al tema de la Guerra Civil, omnipresente en su obra, que aquí sólo se intuye a través de los ecos que le llegan a la protagonista. También recupera las carencias afectivas infantiles, pues el personaje central creció en una familia que se distingue por su frialdad y su falta de amor, pues su propia madre murió en el parto, y fue criada por una sirviente. 

Escrita con el estilo tan contundente como rico en sugerencias y símbolos habitual de Matute, no se nota en nada que se trata de una obra inacabada, salvo que falta el desenlace que tendría en mente. Ni el prologuista, Pere Gimferrer, ni la correctora, María Paz Ortuño en su texto a modo de epílogo, ni su propio hijo –que ha ayudado en la promoción– conocen hacia dónde se dirigía el libro, pues ella no comentaba sus argumentos con nadie. Algunos lo ven incluso como una ventaja, al dejar abierta la conclusión a la imaginación del lector.