Da gusto comprobar que algunos escritores mantienen su espíritu juvenil así que pasen los años. Es el caso del peruano Mario Vargas Llosa que con "El sueño del celta", abrió nuevos horizontes en su ya extensa bibliografía. Se publicó poco después de que ganara el Premio Nobel de LIteratura.

A diferencia de otros autores que se autoplagian una y otra vez, Vargas Llosa parece buscar nuevos caminos tanto temáticos como estilísticos. Y sus líneas transmiten una enorme ilusión por publicar y abordar nuevas historias que hacen olvidar que el autor tenga ya 74 años. Muchos escritores jóvenes carecen de la vitalidad del veterano autor de "La ciudad y los perros" y "Pantaleón y las visitadoras".

Argumento de "El sueño del Celta": injusticias en El Congo
En esta ocasión, Vargas Llosa realiza una sentida denuncia contra el colonialismo histórico, aunque su obra tiene una lectura que da que pensar sobre algunas prácticas abusivas del mundo actual. Para ello recupera la figura de Roger Casement (1864-1916), nacionalista irlandés, vinculado al Sinn Féin, que ejerció como diplomático para Gran Bretaña. La obra comienza cuando el protagonista ha sido encarcelado por traición a la Corona Británica. Entre rejas, rememora los principales acontecimientos de su vida.

Casement desarrolló una intensa actividad para denunciar los abusos de las autoridades belgas en el Estado Libre del Congo, después de que el rey Leopoldo II incorporara este territorio a su corona y con la excusa de llevar la civilización, se apresurara a exprimir los recursos naturales del lugar. Tras recorrer exhaustivamente la zona, como representante del gobierno británico, Casement elaboró un documento titulado "Informe sobre el Congo", que levantó ampollas en la sociedad de la época.

Casement también visitó la Amazonía peruana en 1910. Allí investigó una serie de injusticias cometidas por la Peruvian Amazon Company contra los indígenas de la zona.

Estructuras de poder

Como en muchas de sus obras, Vargas Llosa traza una "cartografía de las estructuras de poder", términos usados por la academia sueca para referirse a sus méritos para entregarle el Nobel. El escritor vuelve a demostrar su talento literario con la biografía novelada de un personaje real, género muy difícil porque presenta el tremendo reto de que el autor logre plasmar lo que desea contar ciñéndose a los hechos históricos verídicos.

"Es una gran mentira que cuenta una gran verdad", comenta el propio Vargas Llosa sobre su novela. Admite que algunos pasajes son fruto de su imaginación, pero gracias a ellos la obra transmite su mensaje sobre la explotación colonial, la barbarie y el lado oscuro de la naturaleza humana. Sorprende también su tratamiento de la homosexualidad del protagonista, factor que en la época era muy escandalizante.

Una obra que atrapa poco a poco
La obra va ganando en interés conforme el lector se adentra en su lectura. Aunque empiece los primeros capítulos con desgana, es inevitable que se sienta escandalizado ante las brutalidades coloniales que denuncia el autor: la toma de mujeres y niños como rehenes para que los nativos cumplan con las cantidades de caucho que tienen que entregar, los castigos físicos, la rivalidad por ser más cruel que los demás, etc. Vargas Llosa logra una eficiente denuncia de la brutalidad humana y de la codicia.

Sobre todo, es inevitable pensar que la denuncia de lo que ocurrió durante la llamada "fiebre del caucho" no se queda en una mera descripción del pasado. No es poco habitual, por desgracia, encontrarse con nuevas denuncias de explotación de ciudadanos de países pobres por parte de algunas multinacionales capaces de sobrepasan los límites éticos para satisfacer sus necesidades de recolección de materias primas. La novela del último premio Nobel tiene un mensaje muy actual.