"El jilguero", de Donna Tartt

La autora estadounidense Donna Tartt (Greenwood, Mississippi, 1963) hace gala de un ritmo pausado, pues publica un nuevo volumen cada década. Así, debutó en 1992 con la excelente "El secreto", que triunfó en todo el mundo, pero no volvió a entregar otro trabajo hasta 2002, con la decepcionante "Un juego de niños", llena de puntos de interés a pesar de que la crítica la machacó.
Ahora se publica en España "El jilguero", su tercer trabajo, con el que la particular escritora, reacia a dejarse fotografiar y conceder entrevistas, ha vuelto a recibir elogios por parte de los entendidos. Además, le ha hecho acreedora del Premio Pulitzer.
El libro ha sido editado en España por Lumen, en edición de 1152 páginas en tapa blanda, que sale a la venta al precio de 24,90 € (la edición electrónica está disponible al precio de 12,99 €.
Sinopsis de "El jilguero", el niño y el cuadro
Desde un hotel de Amsterdam, Theo Decker, rememora su adolescencia, cuando acudió con su madre a un museo neoyorquino en el que tuvo lugar un atentado terrorista. Aunque ésta pierde la vida, él logra salvarse. Además, sigue las instrucciones de un anciano moribundo, rescatando el cuadro "El jilguero", del pintor holandés Carel Fabritius, un discípulo de Rembrandt, así como maestro de Vermeer. Decide quedárselo y llevarlo consigo.
Tras el suceso, Decker se vio forzado a trasladarse a vivir a Chicago, con su padre, adicto al juego y las drogas, con quien su vida se convertirá en un enorme caos. Su amistad con Boris, un chico de su edad, le lanzará a la delincuencia.
Crítica de "El jilguero", la renovación de la literatura dickensiana
A Donna Tartt se la comparaba habitualmente con otros autores sureños del sur de Estados Unidos, como William Faulkner y Truman Capote, aunque resulta más apropiado el poso dickensiano que se le atribuye, pues en esta ocasión describe los ambientes marginales a través de la historia de un muchacho, al más puro estilo de "Oliver Twist". Su estilo narrativo, tremendamente realista, parece una versión actualizada de la forma de escribir de los grandes escritores del XIX.
Comparte con los anteriores trabajos de la autora diversas características, por ejemplo su enorme extensión (supera las mil páginas), y también el punto de partida, pues todas comienzan con una muerte violenta.
Explora la entrada en la edad adulta, y la madurez, aunque debido a su enorme extensión, "El jilguero" recorre de forma secundaria numerosos temas, entre ellos la adicción a las drogas, el desamor, la cultura de las apariencias, y la necesidad de sobreponerse a las grandes pérdidas de la vida para tratar de salir adelante, con el apoyo de la lectura y la creación artística, presentados como valiosos lugares en los que obtener refugio.
El personaje central está descrito con minuciosidad, y le rodean unos secundarios muy atractivos para el lector. Destaca especialmente Boris, un joven inteligente acostumbrado a sobrevivir en condiciones extremas, que ha tenido que madurar a fuerza de los golpes de la vida y que hace gala de un enorme sentido del humor. Otro de los grandes hallazgos del libro es Xandra, cuarentona soez con gustos discutibles para la ropa que también ha sucumbido a las drogas.

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