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Crítica de "La flor azul", de Penelope Fitzgerald

Fallecida en el año 2000, Penelope Fitzgerald –que tuvo una vida dura a pesar de pertenecer a una familia de clase alta– inició su carrera literaria muy tarde, pues no publicó su primer libro, la biografía del pintor Edward Burne-Jones, hasta 1975, cuando tenía 58 años. Tras su primera novela, "The Golden Child", que mezclaba el género policíaco con la comedia, escribió títulos como "Inocencia", "El inicio de la primavera" o "The Gate of Angels". casi siempre en el marco de la novela histórica.

"La flor azul", de 1995, fue su último trabajo. Impedimenta lo edita en Español en edición de 320 páginas con tapa rústica, que sale a la venta al precio de 21,95€.

Sinopsis de "La flor azul", de Penélope Fitzgerald: Novalis enamorado

La autora se acerca a la figura de Georg Friedrich von Hardenberg, posteriormente conocido como Novalis, cuando aún no es un escritor romántico consagrado del siglo XVIII, sino un joven brillante y prometedor. Intenta conquistar a Sofía, una niña de 12 años de la que se ha enamorado, al ser completamente incapaz de darse cuenta de sus defectos. A pesar de su incultura, Hardenberg habla a la muchacha de la flor azul (símbolo inspirado en una  pintura de su amigo Friedrich Schwedenstein que se convertiría en símbolo del Romanticismo después de que el futuro escritor lo usara en una novela).

Amigo de figuras como Goethe, el filósofo Fichte, o el crítico Schlegel, Hardenberg se ve obligado a aceptar un trabajo no deseado como inspector de minas, al tiempo que inicia su actividad literaria...


Crítica de "La flor azul", de Penélope Fitzgerald

"La flor azul" parece una novela sencilla, pues se estructura en capítulos muy breves, que ilustran sobre diferentes estampas de la vida de Novalis. También su estilo literario llama la atención por su aparente falta de pretensiones. Pero enseguida queda de manifiesto que la autora se ha documentado exhaustivamente acerca del biografiado, y de su obra (incluso llegó a aprender alemán). Sus descripciones de la época resultan absolutamente asombrosas, sobre todo cuando entra en detalles en torno a usos y costumbres, como los menús para la cena.

Destaca especialmente el párrafo en el que el protagonista conoce a su amada (posteriormente musa de sus obras, después de muerta). Penélope Fitzgerald describe el momento con gran habilidad, de forma que parece un escrito del propio Novalis.

La escritora consigue introducir al lector en la mente de Hardenberg, figura fundamental del Romanticismo. Al mismo tiempo reflexiona con bastante lucidez sobre temas como la creación artística y la llegada a la madurez. Un texto de enorme interés tanto para los que ya conozcan a la autora como para quienes pretendan iniciarse en su obra.