Reseña de "El latido de la tierra", de Luz Gabás

"La subteniente se estaba adelantando, pero tenía que arriesgarse. El estado del cuerpo imposibilitaba su identificación y tardarían varios días en conocer el resultado de la autopsia, pero eso era algo que nadie sabía. Las primeras horas en una investigación son cruciales. A falta de pruebas, tenía que guiarse por el instinto. Y a ninguno de los interrogados hasta el momento les había extrañado la supuesta identidad de la víctima, ni siquiera a Alira".

Tras el éxito de "Palmeras en la nieve" (2012), seguida de "Regreso a tu piel" (2014) y "Como fuego en el hielo" (2017) –para quien firma estas líneas el mejor, por su homenaje al romanticismo literario– se espera como un acontecimiento cada nuevo trabajo de Luz Gabás (Monzón, Huesca, 1968). 


Ahora, ha vuelto a ponerse manos a la obra con una novela protagonizada por una mujer madura. "Parece que todas las todas las novelas de iniciación tienen que hablar del viaje de los jovencitos;", ha declarado la escritora. "Yo me hago mayor pero en mi interior sigue latiendo la voz de los veinte años. Quería hacer una novela luminosa y no que, por ser un personaje maduro, fuera de decrepitud".


Planeta publica en España "El latido de la tierra", en edición en tapa dura con sobrecubierta, que sale a la venta al precio de 19,95€. También está disponible en versión para descargar para Kindle, por 12,34€.




Sinopsis de "El latido de la tierra", un cadáver en la bodega


Alquilare, una pequeña localidad casi abandonada. La Guardia Civil interroga a varias personas, tras la aparición de un cadáver en avanzado estado de descomposición, lo que hace casi imposible identificarle, en la bodega de la mansión Elegía. Entre las sospechosas se encuentra la heredera de la misma, Alira, cuya familia ha vivido entre sus muros desde hace generaciones. 


Tiempo atrás, Alira se planteaba dejar el pueblo, pues su madre ya ha cumplido una edad, y no puede mantener el caserón. Ante los escesivos gastos, su amiga Irene le propuso que alquilara habitaciones. Acabaron siendo sus inquilinos su amiga Amanda, que regresa al pueblo y Adrián, el primer y único amor de su vida, que se instala junto a su esposa Dunia. Todos ellos se convierten en sospechosos del crimen. Por otro lado, llegaron nuevos vecinos, con la intención de repoblar Alquilare, entre ellos el joven Damer, por quien Alira se sentirá bastante atraída.

Opinión de "El latido de la tierra", el lamento por lo que se ha perdido

Mientras que sus tres obras anteriores entran dentro del género conocido como novela histórica, esta vez la autora busca nuevos caminos. El arranque y gran parte del libro pueden suscribirse a la novela negra, lo que sirve para enganchar al lector. Está bien dosificada la intriga, pues durante muchas páginas no se sabe ni la identidad ni el género del muerto. En cualquier caso, la resolución del misterio acaba relegada a un segundo plano.
 Más bien cobran importancia los elementos románticos, y el drama, pues la escritora pone toda su energía en los flash-backs que narran el pasado de los personajes. 

Acaba siendo una reflexión sobre el apego a las raíces. Pone de manifiesto que no resulta nada fácil renunciar a una cómoda rutina para perseguir un futuro incierto. Habla también de otros temas como la soledad, la lealtad, o los efectos del paso del tiempo. También enfatiza su denuncia de la despoblación rural, lo que en cierta manera entronca con la lírica "La lluvia amarilla", clásica obra de Julio Llamazares. Se critica duramente a las leyes, y a los políticos que las aprueban, por no preocuparse de este tema.

Sus personajes están llenos de claroscuros, pero todos son bastante humanos, y cercanos al lector, sobre todo la protagonista, una mujer fuerte que debe tener muchos puntos en común con la propia Luz Gabás, que impresiona al enérgico Damer, pese a la diferencia de edad. Homenaje a los nacidos en los 60, como curiosidad, cabe añadir que cada capítulo tiene como título el nombre de una canción, muchas de aquella década, casi todas de rock duro, como "Child in time", de Deep Purple, que ilustra el segundo episodio.


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